CAMPO NUESTRO
En lo alto de esas cumbres agobianteshallaremos laderas y peñascos,donde yacen metales, momias de alga,peces cristalizados;pero jamás la extensa certidumbrede que antes de humillarnos para siempre,has preferido, campo, el ascetismode negarte a ti mismo.Fuiste viva presencia o fiel memoriadesde mis más remota prehistoria.Mucho antes de intimar con los palotesmi amistad te abrazaba en cada poste.Chapaleando en el cielo de tus charcosme rocé con tus ranas y tus astros.Junto con tu recuerdo se aproximael relente a distancia y pasto heridocon que impregnas las botas... la fatiga.Galopar. Galopar. ¿Ritmo perdido?hasta encontrarlo dentro de uno mismo.Siempre volvemos, campo, de tus tardescon un lucero humeante...entre los labios.Una tarde, en el mar, tú me llamaste,pero en vez de tu escueta reciedumbrepasaba ante la borda un campo equívocode andares voluptuosos y evasivos.Me llamaste, otra vez, con voz de madreY en tu silencio sólo halló una vacajunto a un charco de luna arrodillada;arrodillada, campo, ante tu nada.Cuando me acerco, pampa, a tu recuerdo,te me vas, despacio, para adentro...al trote corto, campo, al trotecito.Aunque me ignores, campo, soy tu amigo.Entra y descansa, campo. Desensilla.Deja de ser eterna lejanía.Cuanto más te repito y te repitoquisiera repetirte al infinito.Nunca permitas, campo, que se agotenuestra sed de horizonte y de galope.Templa mis nervios, campo ilimitado,al recio diapasón del alambrado.Aquí mi soledad. Esta mi mano.Dondequiera que vayas te acompaño.Si no hubieras andado siempre solo¿todavía tendrías voz de toro?Tu soledad, tu soledad... ¡la mía!Un sorbo tras el otro, noche y día,como si fuera, campo, mate amargo.A veces soledad, otras silencio,pero ante todo, campo: padre-nuestro.

No hay comentarios: