ya se escucha el silbido de la pava. El humo del café se encapricha con la casa. El aroma a vainilla te malcría el olfato. Mi sonrisa te interrumpe la visión. Y entre nosotros un pantano de letras. Entonces te arremeten mis gracias y mis perdonames en simultáneo, y también mis silencios. Mis ganas de que vuelvas a pasar y te rías y llores y patalees y me digas y me acompañes. Mis ganas, las tuyas y nosotros. Ellos. Todos.

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